sábado, 21 de agosto de 2010
Cefalú
Dejamos el interior y volvemos a la costa, en esta ocasión a la del Tirreno, al norte. Hacemos escala en Cefalú, invadida por los turistas que abarrotan su playa. No se ve la arena. También los bares de la orilla, repletos a todas horas. Encontramos uno pequeñito, semivacío. Debe ser porque se come dentro y tiene aire acondicionado. Justo lo que queremos. Justo lo que parece ser nadie quiere…
Tras la comida, callejeamos por el centro medieval, con largas y estrechas calles paralelas a la costa, cruzadas por más estrechos callejones que se elevan hacia el interior. En el centro del damero, la catedral, un espléndido edificio árabe-normando, de torres castellanas.
El interior no le va a la zaga. Los mosaicos del ábside son formidables, en especial el Pantocrátor que lo preside. Del siglo XII, nada menos. La catedral del Salvador fue encargada por Roger II (toda una institución, algo así como en Don Pelayo normando…) tras su promesa al ser salvo en una tempestad cerca de la costa. Gran ubicación, a los pies de la gran roca que da nombre a la población (del griego Kephalos=cabeza)
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