Al caer la tarde llegamos a Noto, población que da nombre al inmenso valle que ocupa la esquina suroccidental de Sicilia. A pesar de ello, es la más pequeña de las tres ciudades principales, apenas un pueblo grande.
Sin embargo, paseando por su plaza y sus calles perpendiculares parece estar en la capital del mundo en el siglo XVIII. Impresionante conjunto barroco, uniforme y centelleante. Es cierto que son sólo unos cientos de metros cuadrados, pero la distribución uniforme y lo homogéneo del estilo hacen creer que estamos en una creación virtual, inacabable, caprichosa.
En fin, que nos ha encantado, y que aunque con bastante gente, nada masificado por el turismo. Hay que darse prisa, que dentro de unos años seguro que no podrá darse ni un paso... Sólo unas cuantas fotos, porque realmente no importa tanto el nombre de cada iglesia o palacio.
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