Ya que el primer día nos vimos obligados a llegar hasta su atestado aeropuerto, y como su nombre no nos traía buenos recuerdos, decidimos parar de noche en Catania. Poco tiempo más que para una cena rápida y para acercarnos a la plaza del Duomo. Desde ella recorrimos los primeros pasos de la gran arteria peatonal, la vía Etnea, con el volcán recortándose al fondo.
Es precisamente la cercanía del Etna lo que ha marcado la historia de la ciudad, destruída en varias ocasiones por sus erupciones. Y también vuelta a nacer con su piedra negra.
Una ciudad considerada la más abierta y "juvenil" de Sicilia, también llamada "la Milán del sur", por su rápido crecimiento y próspera industria. Poco tiempo y pocas fotos: algunos magníficos palacios barrocos, la plaza del Duomo con un simpático elefante de época romana sosteniendo un obelisco egipcio y de vuelta a la base.
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