viernes, 13 de agosto de 2010
Malta, ombligo del Mediterráneo
Madrugamos para embarcarnos en Pozzallo con destino a Malta. Hay que estar antes de las ocho, y desde Siracusa hay una hora como poco. A pesar de las horas, y del poco tráfico, el ferry va completamente lleno. Y no es de los pequeños. En poco más de hora y media llegamos a La Valletta, por mar, lo que nos permite admirar sus construcciones defensivas que protegen la ciudad y la entrada al Grand Harbour.
La historia de Malta es como la ouija que se va moviendo en el tablero, desde el centro y hacia los extremos según la fuerza preponderante en cada momento. Así, el origen desconocido de los pueblos prehistóricos que construyeron los grandes templos megalíticos de la isla para desaparecer sin motivo conocido dejaron paso al dominio fenicio y cartaginés, al bizantino, al árabe, al del Papado, al español... Fue Carlos I quien cedió las islas a los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, tras ser dfinitivamente expulsados de Tierra Santa. Hasta Napoleón, la Orden configuró la fisonomía y la esencia del país, en gran medida. Los franceses los expulsaron y saquearon sus iglesias, pero los ingleses los pusieron a su vez en fuga. Desde entonces hasta hace pocas décadas, Malta fue una colonia británica.
La esencia maltesa está compuesta por rasgos de todos ellos, algunos muy visibles. Como las innumerables iglesias católicas, a una escala muy superior al resto de construcciones (la iglesia de la foto encima de este párrafo corresponde a un pueblo de 3.000 habitantes...), decoradas profusamente. Expresan la gran vinculación con el Papado (hay estatuas papales por doquier), con la Orden de Malta y con la posición de frontera frente a los musulmanes, que tantas veces la asediaron. Pero también con la decoración de las iglesias orientales, o con la visibilidad en el entorno urbano propia de las ciudades norteafricanas.
Por supuesto, la presencia británica se hace notar, además del volante a la derecha y la conducción por la izquierda, en fachadas eduardianas, iglesias anglicanas, cabinas rojas y toponimía inglesa.
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